lunes, 16 de marzo de 2020

3.3 PROFESIONALISMO DOCENTE




Es indudable que para la época que vivimos la educación tiene un protagonismo sustancial y es ahí, donde el profesionalismo del docente debe ser fortalecido, para preparar a alumnos que sepan resolver y cumplir con las demandas sociales y laborales, tanto actuales como futuras.
La docencia implica varios aspectos; los fundamentos humanísticos, morales, éticos, conceptuales y sociales que deben tener correlación con la misma persona que los ejerce. Un docente debe tener una visión de su rol en el aula, interpretando, dialogando, ser un mediador, mantener el orden y la libertad de expresión de los alumnos y también saber que es un referente social.
Por lo expuesto, el rol de la docencia no se remite a la simple trasmisión de saberes. Es mucho más, es el conjunto de recursos personales y conceptuales que permitan el aprendizaje del estudiante, y este, pueda desenvolverse adecuadamente en el ámbito familiar, social, profesional y fundamentalmente en el personal.
La docencia en sí es un compromiso y un actor importante en el proceso de aprendizaje, por lo que las metodologías y herramientas que emplee deben orientarse a generar en los alumnos, interés y compromiso, con los saberes que se les imparten.
Saberes que les permiten desarrollarse en la vida cotidiana a partir de su incorporación, dado que no se puede establecer un espacio meramente académico, en el que solo se transfieran saberes. Un profesionalismo docente va más allá, busca que los estudiantes se pongan en contacto con conocimientos que les permita aplicarlos en su ambito personal y comunitario, junto a los valores éticos que toda persona debe tener y ejercer.
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Por lo que el docente debe ser un profesional con amplios conocimientos, capacidades y habilidades como es: la comunicación, observación, interpretación, mediación, conocer la diversidad generacional, respeto por la multiculturalidad y en especial flexibilidad para con la heterogeneidad de los alumnos.
Transitamos el S. XXI, lo que exige conocer las nuevas tecnologías, su uso, las aplicaciones y las opciones que brindan, para incorporarlas como un recurso eficiente y efectivo en el aprendizaje de los estudiantes en su aplicación en las aulas, como también en su vida cotidiana.
Una exigencia hacia los docentes es la permanente actualización de los conocimientos académicos, humanísticos, pedagógicos, didácticos y los recursos tecnológicos que se pueden emplear en el aula. Si bien, la tecnología es una herramienta para incorporar en el proceso de aprendizaje de los alumnos, es fundamental afianzar los valores humanos, como el respeto por los DDHH de las personas, establecer convivencias pacíficas y buscar la erradicación de todo tipo de violencia escolar y social. Para ello, el docente es fundamental al propiciar un aprendizaje en valores.
Desde mi perspectiva personal y particular por el ejercicio de la docencia, considero que el conocimiento y uso de la tecnología es muy importante, pero más significativo es desarrollar el pensamiento crítico en los niños y jóvenes que transitan las aulas.Resultado de imagen para PROFESIONALISMO DOCENTE
Tener conocimiento es importante, aunque saber qué hacer con el mismo, es trascendente.
Los niños y jóvenes del milenio desde muy temprana edad se familiarizan con las distintas tecnologías; celulares, PC, notebook, Facebook, Twitter, Instagram, Blogger, etc., por lo que muchas veces se confunden las habilidades de manejo tecnológico con conocimientos y pensamiento. Desde esta realidad, se necesita un docente profesionalizado, en los nuevos conceptos multiculturales, generacionales, académicos y tecnológicos con una perspectiva ética, para que los alumnos comprendan la importancia de los comportamientos con valores que respeten la dignidad de las personas.
La profesionalización del docente en un mundo muy tecnológico debe ser acompañado por la institución educativa en un cambio de gestión que sea capaz de aprender que las estructuras y decisiones que se tomaron en el pasado no son eficientes en el presente y el futuro, porque las nuevas situaciones y retos necesitan nuevas respuestas (Garcia Fraile, 2000).
Por lo tanto las instituciones deben innovar en sus estructuras y desarrollar nuevas formas de hacer, entendiendo a la institución como un sistema dinámico que evoluciona y mejora en la medida que los docentes involucrados lo consiguen. Los cambios son continuos y más en el ámbito educativo, la rapidez de los avances tecnológicos, la facilidad de acceso a los mismos, hacen que las instituciones en busca de ofrecer mayor calidad a los estudiantes, aporten la eficiencia y eficacia de un docente profesionalizado.
Por lo expuesto, se hace imprescindible abordar el cambio cultural que se debe realizar en las instituciones educativas. No gestionar sólo información, sino también incorporar conocimientos unidos a la experiencia y capacidad de acción, que el docente desarrolla desde su profesionalismo en una adecuación a las nuevas necesidades del mercado laboral, donde se van a insertar los jóvenes estudiantes. 
Este conjunto de habilidades y conocimientos que deben desarrollar los profesionales de la educación, son también los requeridos por los ámbitos de trabajo: Liderazgo, Trabajo en Equipo, Ética, Creatividad, Autoaprendizaje y desarrollo Personal, Comunicación, Gestión.
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La profesionalización del docente para este S. XXI, refleja un salto cualitativo y el activo más importante para realizar una eficiente y eficaz educación. Las instituciones tienen que estar dispuestas a implementar y acompañar las transformaciones en un aprendizaje continuo, orientado al alumno y con la formación permanente de los docentes.

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